Recorrer la ciudad en un pequeño Verjovina, o en un Karpaty, modelos de motociclestas ya casi milagrosamente a salvo de la memoria de la antigua era soviética, es uno de los tantos modos de realizar la tan necesaria labor del diario transporte de personas, o una forma también efectiva del necesario acarreo de cualquier cosa que pueda transportarse a lomo de los susodichos artilugios. También se puede recurrir a las muy populares bicicletas con motorcitos de poco caballaje, generalmente provenientes de descontinuados equipos de fumigación, a los que la inventiva local pone inmediatamente de alta. La mayoría sin embargo sigue pedaleando, algunos afortunados en modernos prototipos que se adquieren en moneda convertible, pero la mayoría insiste en las bicicletas de una u otra generación, desde las potentes y casi museables Niagaras, pasando por las de factura soviética, checa, vietnamita y últimamente, las de procedencia china en sus distintos modelos al uso. Para los que no se animan al pedaleo cotidiano, los camiones, coches y los pocos ómnibus disponibles se encargarán de moverlos por la larga geografía citadina. Caminar largas distancias bajo el sol abrasador es menos estimulante, pero para muchos es la única opción cuando no aparece otra cosa en que moverse.
Carlos A. Peón-Casas
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